domingo, 19 de abril de 2009

RUTINA


El otro me encontraba enfrascado escribiendo, cuando me di cuenta que seguía una rutina a la hora de escribir, a la hora de crear. Una rutina previa, otra cuando manejo el teclado, manías en el momento álgido de la idea, y también cuando finalmente acabas matándola y la conviertes en guión, en soporte argumental.

Y también pensé si está rutina (no la mía, sino la ‘rutina’ en general) no acaba matando la creatividad del guionista.

Hasta donde somos máquinas de crear, y hasta donde necesitamos respirar para pensar. Me acordaba de aquel cuento de Cerdán Tato, ‘El paseante’, en el que un hombre camina por la calle solo por eso, por caminar, algo que le supone todo un quebradero de cabeza (todo el mundo se pregunta porqué andará solo sin dirección y termina detenido). Era, de hecho, una anécdota real que me contó el escritor: un día que estaba embotado de escribir se tuvo que bajar a un parque cercano a su casa a pasear, y notó que le observaban. La gente iba muy rápido y él solo paseaba.

Luego he encontrado en la RAE esta definición de ‘rutina’: “Costumbre inveterada, hábito adquirido de hacer las cosas por mera práctica y sin razonarlas”.

¿Sin razonarlas? ¿Es la rutina algo no razonado? ¿Ser creativo de manera rutinaria no se razona?

Y salí a dar una vuelta y dejé la oficina, porque me di cuenta que hacia un sol espléndido y las empanadillas del horno de enfrente están buenísimas. Y eso me llevó a pensar este post, y alguna que otra idea sobre lo que estaba escribiendo.

La verdad que cuando me embotó mucho necesito islas de escape: en casa doy vueltas por el comedor, en el trabajo me bajo a por las empanadillas. Nuestro trabajo depende también de esos paseos. Entendí perfectamente a Cerdán Tato y su paseo. Un escritor necesita siempre un paseo donde pensar.

Salid a pasear, las ideas están en el camino.

domingo, 12 de abril de 2009

Pensamiento del mes (abril 09)


De El círculo de los mentirosos de Jean-Claude Carrière:

"Una historia contemporánea, probablemente francesa, presenta a un escultor que ordena que se le lleve un gran bloque de piedra y se pone a trabajar en él.
Unos meses más tarde, acaba de esculpir un caballo.
Entonces un niño, que le había observado trabajar, le preguntó:
-¿Cómo sabías que había un caballo dentro de la piedra?"

Una fábula increíble sobre la creación...