martes, 26 de enero de 2010

Pensamiento del mes (enero 10)


A un paso de terminar este proceso creativo que me está dejando exhausto, cogí el otro día de nuevo el libro de Walter Benjamin Dirección única. Una sabia reflexión sobre procesos creativos, donde me cautivó esta frase:

"La palabra conquista al pensamiento, pero la escritura lo domina".

lunes, 18 de enero de 2010

El más íntimo de los silencios


Un fin de semana con el guionista que va aquí abajo, y con algún otro guionista en Barcelona, me ha hecho recordar la intensidad del viaje, de los viajes. En el trayecto en tren, mientras escuchaba clásicos de Otis Redding, Lou Reed, Oasis, Beck, Aretha Franklin o Ray Charles (la verdad que los hilos musicales de Renfe en ocasiones no están mal), recordaba todo lo que me ha dado esta ciudad y lo que me ha quitado.

El tren también me dio para leerme esta interesante conversación entre Tom Stoppard y David Trueba, de la que rescato algunas perlas:

"La radio y la televisión fueron una escuela asombrosa. Multitud de guionistas y escritores hemos salido de allí. Ahora, por suerte, en Londres han surgido muchas pequeñas salas independientes y la gente puede ver sus obras representadas sin problemas. He visto piezas de autores de apenas veinte años que son estupendas".

"Y las risas. Nunca esperé que hubiera tantas risas. De hecho con las risas en el teatro te conviertes en un esclavo, porque si algún día no se ríen donde lo hacen siempre comienzas a hacerte todo tipo de preguntas incómodas. ¿Qué está fallando? La risa finalmente es una de las expresiones más colectivas de aprecio. Y los autores nos volvemos locos por ellas. Pero en una obra tan densa como ésta nunca creí que cobraran tanta importancia. Quizá como contraste, como relajación antes de la tormenta".

"Nunca hay una única razón para justificar que escribas algo, muchas veces ni siquiera intuyes lo que andas persiguiendo"

"Los escritores cuando estamos desarrollando algo somos seres bastante raros. A mí me da por no hablar, soy hermético. Recuerdo que en una época me tocó vivir a solas con mi hijo, que estaba en la Universidad, y llegamos a un pacto: no dirigirnos la palabra cuando no tuviéramos ganas de hacerlo. Y era estupendo. Desayunábamos un día charlando de cualquier cosa y otro día, si estábamos concentrados en nuestras cosas, ni nos saludábamos. Esto mi hijo lo entendió, pero seguramente le fue más difícil comprenderlo a alguna de mis parejas".

Lo demás, en el estupendo artículo de Trueba. Y la bola extra la da Marcos Ordoñez con un repaso de la obra de Stoppard. Imprescindible.

domingo, 3 de enero de 2010

ESCRIBES O DIRIGES? XON GONZÁLEZ (9)


Andaba de copas (hace ya) cuando no sé a cuento de qué, estaba hablando con otro guionista sobre otros guionistas.
Gab. ¿Y qué sabes de Chon?
Guionista. Pues anda por Barna
Gab. ¿Y eso?
Guionista. Está reciclándose con la gente del Terrat.

Me alegré un montón. Si alguien tiene la comedia en vena ese es Chon González. Se ha pirado un tiempo a Barna para hacer el master en humor y entretenimiento.
Si recuerdo la primera vez que me crucé que este gamberro fue en un 'cochaco' que tenía (creo que era de su padre) con el que me llevó a algún sitio (no recuerdo donde). Él estaba en un grupo de teatro universitario y yo en otro, y éramos 2 inquietos en todo tipo de acciones culturales: teatro, cortos, etc. Por aquel entonces estaba con un corto (creo que finalmente se llamó 'El alma de la fiesta') y yo, no recuerdo en qué. Un disparador verborreico.
Con el tiempo me he cruzado con él como ayudante de dirección y producción y más recientemente en su etapa de guionista en Conta Conta. Él ha estado mucho tiempo cultivando el humor en formato corto ('Socarrats', 'Evolució', 'Per nadal torrons' o 'Check-in hotel') además de hacer sus pinitos fuera de la terreta con 'Ell@s' en Antena 3.
Todo esto y más lo explica en su currículum en formato blog. No os perdáis la encuesta de la derecha :)

En fin, con todos vosotros: Antonio Gónzalez, 'Chon' para los amigos.

- ¿Escribes o diriges?

Escribo. Así, dicho con la boca pequeña. Aún no he logrado quitarme esa sensación de que el último trabajo de guionista, será efectivamente el último. No sé si soy pesimista o realista en este sentido; lo que no admite duda es que no es fácil ganarse la vida con esto. ¿Compensa? Por supuesto que sí, yo soy un charlatán, uno de esos que no se callan ni bajo el agua, que tienen opinión de todo, la creatividad por castigo y el ego suficiente para creer que toda esa mierda que me pasa por la cabeza le puede importar a alguien.
Siendo guionista convierto estos desequilibrios emocionales en una profesión. Además, puedo ir al curro sin afeitar y mirar la estupidez que quiera en Internet con la excusa de que me estoy documentando.

Evidentemente, esta profesión tiene muchos “peros”. Como que se te quede el culo plano o que tus allegados que se enfaden contigo porque dicen que has vampirizado su vida en la ficción, pero como también he ejercido trabajos como auxiliar de producción, ayudante de dirección o reponedor de supermercado aún suena una voz en mi interior que me dice “no te quejes cabronazo”

- Inicios, estudios y primeros trabajos. Sensaciones.

Hace unos diez años yo era un estudiante de derecho sin ninguna vocación. Me acerqué al teatro universitario, primero como actor y luego, en cierta medida, como creador. De ahí a los cortos, donde me di cuenta cuan molón era eso de inventar historias que luego, al transformarlas en imágenes, a veces, no siempre, funcionaban como habías pensado, provocando risas, miedos o alguna reflexión. Ya no hubo marcha atrás: Másters de guión y pistoletazo de salida a una disparatada gymkhana de rodajes de todo tipo en los que un día barres mierdas de perro para que el plano quede limpio, otro escuchas gritos de un actor italiano porque le llamas tarde para cambiarle las secuencias y él está con una puta y no tiene boli, y otro donde no puedes cumplir tu plan de grabación porque el guionista de turno no escribió replicas sino trabalenguas.
Todo ese tiempo trabajando en el sector audiovisual me sirvió para conocer cómo se hace todo lo que viene después de escribir, cosa que me fue muy útil cuando, por fin, tuve la oportunidad de dedicarme profesionalmente al guionismo. No incluyo en mis guiones ni trabalenguas, ni perros, ni a galanes italianos.

- ¿Con qué trabajo te sientes más lleno, orgulloso, confiado, etc, y por qué?

Yo saco la cara por “Evolució”, una serie de sketchs que escribimos en Conta Conta para Canal 9. Trabajábamos el humor desde tres épocas diferentes: la prehistoria, la edad media y la dominación romana. Ese aparente distanciamiento del presente era perfecto para tratar temas que, por increíble que parezca (o no), resultan incómodos en nuestra televisión pública.
Pudimos reflexionar desde el humor de temas como la religión, el poder, el sexo, la condición de la mujer, la guerra… Cuestiones que en un contexto actual se alejan de la línea de humor blanco y familiar por el que apuesta esta cadena.
El programa no funcionó en términos de audiencia y tuvo una vida corta. Una pena, porque creo era un buen programa que, además de humor, contaba con valores añadidos como la reflexión crítica de nuestro pasado y presente y en cierta medida, divulgación histórica y cultural, ya sabes, eso de “quant més sucre, mes dolç”.

- Cuando escribes / diriges, ¿Qué herramienta / estrategia utilizas a menudo que te surja efecto?

Intento ponerme a escribir cuando lo tengo muy claro en la cabeza. Para mí, lanzarse al precipicio de la página en blanco “A ver si sale algo” es como intentar ligar diciendo que eres guionista; infructuoso y frustrante.
También practico eso que se cuenta del magistral tándem Berlanga – Azcona, que es observar mucho a la gente y especular sobre sus vidas. No voy por la calle con el Ipod, voy con las orejas bien abiertas y los ojos todo lo que dan de sí (que no es mucho). Intento entrenarme en eso de encontrar ideas en la realidad rescatables para la ficción. Cuanto más entrenas, como todo, mejor te sale. Y después de escrito: reescribir, reescribir y reescribir hasta que, como pasa cuando repites mucho una palabra, pierde el sentido, ese es el momento de dejarlo.

- Recomienda un libro y una peli y porqué estos y no otros.

Un libro: “El que apaga la luz”, de Juan Bonilla.
Me gustan los libros de relatos, será porque soy muy vago -si hicieran el Ulises en versión corta a lo mejor me lo leía. O tal vez porque este libro de Bonilla tiene cuentos magistrales, argumentos originales y un ritmo narrativo absolutamente atrapante.

Una película: “Un mundo perfecto”, de Clint Eastwood. Y no es porque piense que es de las mejores del viejo cineasta, sino que, para mí, cuando la vi en los 90, me encendió bombillitas. Destaco su elegante manera de afrontar un género tan visitado, una exquisita y nada maniquea construcción de personajes y una humilde épica del héroe. El tío Clint.

- Estás con un joven guionista / director. ¿Qué consejo le darías?

Hay una cosa que siempre te dicen cuando empiezas a estudiar guión, y viene a ser más o menos que tu vida no le importa a nadie, que esa anécdota o vivencia que te pasó y te fascina, que la cuentes entre copas a los amiguetes vale, pero que no la escribas.

Esto tiene parte de verdad, pero yo voy a decir que es mentira. Es algo que se usa para explicar la necesidad de que las historias sean universales. Pero esto, mal entendido, y me consta que a muchos aprendices de guionistas les pasa, es una guadaña que cercena de un tajo muchas buenas historias. Donde quiero ir a parar es que todo lo que escribas y no venga de ti sonará tan falso o manido como una canción del verano.

Cualquier idea que tengo, que cojo prestada o que me encuentro, la paso necesariamente por mi filtro, me la trago, la digiero y la defeco, y esa mierda es buena mierda, porque tiene verdad.

Puedes escribir de lo que quieras, incluso de Monarcas en reinos de fantasía que destierran a sus hijos, pero si dentro de esa historia no usas lo que sentiste el día que tu padre te tiró de casa por plantarle cara, será mierda mala.

Escribir es como una danza de la verdad con la mentira; usar mentiras para contar verdades, o moldear verdades para contar auténticas mentiras.

- ¿Algo que añadir?

Sí, un deseo como valenciano eventualmente exiliado en Barcelona: que la industria audiovisual y cultural del País Valenciano se consolide como un lugar donde poder trabajar libremente. Y no se siga produciendo fuga de talentos ni de otros como yo.

- Estoy contigo. Gracias Chon. Ale, a preguntar. Venga, está vez sí, timidillos...