sábado, 28 de marzo de 2009

Las películas hay que terminarlas aunque sea a ciegas


Algo de revuelo ha levantado la última película de Pedro Almodóvar. Por las críticas boyerista en contra (más algunos blogs que se han sumado) que destacan básicamente el ‘qué bonito es la forma pero no me gusta el fondo’.

Hoy me gustaría hablar del fondo de ‘Los abrazos rotos’. Porque todas esas maniqueas críticas solo hacen que sesgar la actitud del espectador cuando va a verla. La vi el viernes. Salí aplaudiendo la vitalidad, el desarraigo y el gran homenaje a la narración (no solo al cine, también al antiguo arte de contar) que nos brinda el señor Almodóvar.

¿Qué tedio ven en ella? ¿Qué memez meterse con el gran desarrollo visual del autor? Película imperfecta donde las haya, ‘Los abrazos rotos’ plantea un triángulo amoroso autodestructivo entre Pe, José Luis Gómez (brillante) y Homar, dentro del universo Almodóvar como no, pero que podemos referenciar desde Melville, pasando por Chabrol (¿No os recordó a nadie a las películas negras de Chabrol?), y si me apuras llegando a la estación Lumet, con todo los respectos. El cine negro pero hecho desde la Mancha (con mayúscula y sin ella). En ella trascurren muchas historias (de amor, pero también de amistad, y de convivencia), donde destacan, sobre todo, el recorrido emocional de los personajes.

Harto estoy de todo aquel blog que defiende a capa y espada esas peliculitas que tienen una trama convincente, pero que se abandonan al pim, pam, pum, y los personajes van siguiendo, a la carrera, los puntos de giro de la película. Pura pirotécnica de guión que abandona a los personajes a su suerte. En la cartelera tenéis unas cuantas. Almodóvar teje unos personajes – iceberg, que tienen un peso, un pasado, (lo que hacían Tennessee Williams, Arthur Miller o Edward Albee por ejemplo), y que algunos bordan magistralmente: desde Gómez (las escenas con Lola Dueñas son delirantes, de duras y de sórdidas), pasando por Lluís Homar o Tamar Novas (personaje que es el hilo argumental de la historia y una gran sorpresa). Ellas están más flojas, para mi gusto, a excepción de Penélope (ya es una gran actriz, no hay duda), y del cameo divertidísimo de la Machi.

Salimos del cine que esa sensación que tanto me gusta: aquellas películas que te ensanchan el corazón. Y me duele tanto haber entrado con esos prejuicios criticotes (nunca he sido fan de Almodóvar, de hecho, hay algunas películas que me parecen horribles: ‘La flor de mi secreto’ o ‘Kika’), pero al César lo que es del César. Alguien con muy buen gusto me dijo el otro día que le había encantado, y entonces supe, que tanto él, como yo, éramos amantes del cine.

Y es que este país, está lleno de envidiosos. Y de gente que no ama el cine. Si no te gusta, no escupas.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Libro del mes (Marzo 2009)


Yo ya he estado aquí (ficciones de la repetición) de Jordi Balló y Xavier Pérez

Hace mucho que no escribo de libros (no es que no lea, es que no escribo simplemente), y lo último que he devorado ha sido este ensayo sobre la repetición muy aplicable al concepto de series de ficción.

Balló y Pérez desarrollan un catálogo de situaciones adaptándolas a temas (o ítems) más comunes en la historia de la ficción. Para ello se basan, sobre todo, en los clásicos (grecolatinos), para después saltar a la modernidad televisiva (y cinematográfica) en un continuo flashback / flashforward que ni Tarantino en ‘Pulp fiction’.

Para empezar lo primero destacable es la partición de los capítulos, 11 y muy dispares: desde el amor, pasando por la identidad, el infierno, el hogar, la muerte, los tabúes, el infinito,… y subdividiendo estos también en un trabajo de alquimia y cirugía propia de un relojero (en este caso relojeros).

En cada capítulo sonsacan las constantes del tema tratado viendo como ha sido llevado y como se ha repetido sus estructuras en la ficción.

Me pareció muy interesante el capítulo dedicado al ciclo del amor, tema sobreexplotado hasta la saciedad y que tiene múltiples y variadas ramificaciones, pero todas bajo esta frase de Denis de Rougemont: ‘El amor feliz no tiene historia’. Y es que el libro también seduce por la gran cantidad de referencias bibliográficas de todos los ámbitos (literatura, cine, ensayo, filosofía, cómic, teatro, etc).

Otros capítulos son sugerentes por la capacidad de seducción del tema en cuestión. Es el caso de ‘La tentación del infinito’. Desde la referencia a ‘Continuidad en los parques’, esa pieza de orfebrería que escribió Julio Cortázar, hasta películas como ‘Atrapado en el tiempo’, la idea de infinito es recurrente en múltiples y variadas ficciones. Hablan de la multiplicación, la repetición que da vértigo, y que como afirma Deleuze la repetición es propia del humor y la ironía, aparte de ser transgresora. Pero también tratan la huida que puede parecer infinita. Y en uno de los apartados, Encerrados en la fortaleza’, emerge la idea de encierro claustrofóbico que enseguida nos recuerda a ‘El ángel exterminador’.

Obviamente es un compendio, y ahí podría estar, en parte, su único pero. No propone, no incita al lector a abrir sus ventanas creativas. Está claro que eso forma parte del lector, si es capaz de sugestionarse por alguno de los temas (porque tal vez este escribiendo sobre uno de ellos y se encuentra en ese callejón sin salida que a veces nos metemos), y digamos que al recopilar están señalándote las fuentes de tu (nuestro) trabajo.

Pero es sobre todo una herramienta estupenda para sistematizar los conceptos de serialidad. Los ejemplos son claros (algunos, en mi caso, los desconocía), y sabe crearte la curiosidad por enmarcar tus historias dentro de algún tema tratado.

Ni que decir tiene que lo recomiendo. Una lástima porque quería habérmelo leído después de ‘La semilla inmortal’, que fue el primer ensayo de ficción de estos dos autores catalanes, pero me interesaba (re)conocer los mecanismos de las series que veo en la actualidad.
Si alguien lo ha leído me gustaría saber que le pareció. Si no, espero que os haya interesado y me recomendéis algún libro. Ficción también me sirve. Sugerencias please.

sábado, 14 de marzo de 2009

ENTREVISTA A GEORGE PELECANOS, GUIONISTA DE 'THE WIRE'


Ayer tuve la suerte de leer un estupendo artículo sobre el escritor George Pelecanos. No podía linkarlo porque la Cartelera del Levante-EMV no lo ofrece en su web, pero su autor es un amigo que muy amablemente (gracias Eduardo) me deja reproducir la entrevista en su totalidad. Aviso: hay spoilers.

---

GEORGE PELECANOS
«En la sala de guionistas de “The Wire” había mucha competencia»


Novelista, productor y distribuidor de cine, el autor estadounidense de origen griego es también uno de los responsables de The Wire, la serie de HBO considerada de manera unánime por la crítica internacional como uno de los grandes hitos en la historia de la televisión.

TEXTO: EDUARDO GUILLOT

Sólo la tercera parte de sus novelas están traducidas al castellano, pero en el ámbito anglosajón se considera a George Pelecanos como uno de los grandes de la novela negra contemporánea. También ha sido productor y distribuidor de cine, pero probablemente la faceta de su trabajo que mayor relevancia ha logrado en los últimos años ha sido su participación en la serie televisiva “The Wire”.

—En España sólo se han publicado cinco de sus novelas: las cuatro protagonizadas por Derek Strange y Terry Quinn y Drama City. Por tanto, permanece inédito el Cuarteto de Washington (DC Quartet). ¿Puede explicar en qué consiste?

—La primera novela es “The big blowdown”, que comienza en Washington, en la época de la depresión económica, y termina en 1959. Es como mi “Érase una vez en DC”. El segundo fue un thriller blaxploitation titulado “King Suckerman”, situado en el 76 , durante la celebración del Bicentenario. La siguiente es “The sweet forever”, que se desarrolla en el 86, durante la epidemia de cocaína y crack. El cuarteto se cierra con “Shame the devil”, que transcurre en periodo contemporáneo. Todos los libros están conectados por la sangre y el linaje.

—A veces se ha comparado con el Cuarteto de Los Ángeles, de James Ellroy. ¿Acepta el paralelismo?

—Admiro el trabajo de Ellroy, pero obviamente tenemos distintas visiones del mundo. Sus libros tratan de poderosos hombres blancos que cambian la historia. Los míos hablan de gente común sin posibilidad de parar la historia, pero capaces de manejarla a nivel local. El Cuarteto de Washington fue un nombre que puso la prensa, no yo. Pero me pareció una descripción acertada, así que me la apropié.

—Del mismo modo, tampoco se ha traducido la serie protagonizada por Nick Stefanos. ¿Qué tipo de detective es?

—Es un detective punk rock. Utilitarista, con un sentido de la moral muy particular y bastante imperfecto. En la tradición de los héroes del western, protege a su comunidad, pero no es capaz de encajar en ella. No es ningún secreto que Nick Stefanos es mi alter ego.

—¿Cuándo sabe que una serie ha finalizado? ¿Nunca ha tenido la tentación de retomar posteriormente a los personajes?

—No, porque termina, precisamente, cuando ya no hay nada más que decir sobre esos personajes. Aunque Derek Strange regresará de algún modo. Creo que su historia no ha terminado.

—Strange es el protagonista de “Mejor que bien”. Como otros de sus protagonistas, es de raza negra. ¿Resulta complicado ponerse en su piel?

—No, en absoluto. Es trabajo. Vivo en una ciudad con población mayoritariamente negra, y si voy a escribir novela criminal urbana estoy obligado a reflejar esa realidad. Me he pasado la vida aquí. Durante años, he ejercido trabajos de obrero en la ciudad, así que no supone un gran esfuerzo. Pero tienes que salir ahí fuera, escuchar a la gente y mostrar respeto.

—En la novela, el detective Derek Strange afirma que la música del sello Tamla Motown era soul para el público blanco. ¿Refleja su opinión al respecto?

—Me encanta la música de la Motown. Pero el hecho es que se manufacturaba para una audiencia mayoritariamente blanca, incluso en lo que se refiere a la imagen de los artistas. La gente de los sellos Stax y Volt simplemente trataban de hacer buena música. No les importaba si Otis Redding parecía demasiado negro. Motown mola, pero Stax los borró del mapa en términos de fuerza y emoción.

—La música es un ingrediente habitual en sus novelas, que casi se leen como si tuvieran banda sonora. ¿Cuáles son sus preferencias?

—Escucho muchas bandas sonoras cuando escribo. Temas de western de Ennio Morricone y otros compositores. Me ayuda con el ritmo de las escenas y aviva las imágenes en movimiento que tengo en la cabeza. También me gustan el rock de guitarras, el soul y el funk.

—Tengo entendido que la edición americana de “Revolución en las calles” iba acompañada de un CD. ¿Qué contenía?

—Lo que escuchan los personajes: Un montón de deep soul. Cosas de Stax y Volt, y algo de soul de Chicago. Tendría que haber una canción de Curtis Mayfield.

—En alguna ocasión ha hecho lecturas públicas acompañado de la banda de Steve Wynn, para quien también escribió la letra de la canción “Cindy, it was always you”. ¿Tienen algún proyecto conjunto en perspectiva?

—Hicimos una performance en un bar de Brooklyn. La banda de Steve tocó algo con sonido cercano al periodo eléctrico de Miles Davis mientras yo leía. Fue divertido. Empecé siendo admirador de la música de Steve, y al final nos hicimos amigos. Hemos hablado de hacer una ópera rock juntos. Sobre el papel suena a “Tommy”, pero probablemente se acabará pareciendo más al “Berlin” de Lou Reed.

—“Soul circus” fue traducida al castellano como “Música de callejón”. ¿Le parece un título adecuado

—No tengo voz ni voto en los cambios que sufren mis títulos al ser traducidos a otros idiomas, pero éste en concreto me gusta. Encaja.

—Aunque sus novelas son muy cinematográficas, su relación con el audiovisual se ha desarrollado más en la faceta de productor que en la de escritor. ¿Por qué?

—He adaptado un par de mis libros al cine y estoy tratando de que se hagan las películas. No cedo los derechos incondicionalmente porque me gusta mantener cierto grado de control sobre el material original, y eso lo hace más difícil, aunque espero que se concreten ambos proyectos.

—Ha sido productor de varias películas independientes. ¿Cree que el calificativo se puede aplicar hoy en día a productos como “Juno”, que forman parte de la gran industria pero se venden como cintas independientes?

—El negocio del cine ha cambiado. Cuando empecé, había verdaderos independientes, pero actualmente las películas de bajo presupuesto o de temáticas menos convencionales se hacen bajo el auspicio de los grandes estudios. Habrá una revolución en el cine cuando la gente se canse de comprobar que la mayoría de esas películas no se diferencian en absoluto de las comerciales.

—También ha sido distribuidor, ¿no?

—Mi empresa, Circle Films, estrenó “The killer”, la primera película de John Woo que llegó a Estados Unidos. Sigo pensando que es su mejor trabajo. El sistema de producción americano no le ha servido de mucho, pero no creo que esté acabado.

—¿Cómo se involucró en la serie “The Wire” hasta convertirse en uno de sus productores?

—Antes de incorporarme como guionista al equipo de “The Wire” ya había producido algunas películas independientes. Cuando estaba en el set de rodaje, los responsables de la serie se dieron cuenta de que sabía lo que estaba haciendo, y me ofrecieron el trabajo. Gran parte se reduce a tener la habilidad de mantener unida a la gente y tomar decisiones. Y, de nuevo, me gusta sentir que tengo el control. Supongo que me he acostumbrado a ello al trabajar como novelista.

—En la serie participan otros grandes escritores, como Richard Price (autor de “Clockers”, llevada al cine por Spike Lee) y Dennis Lehane (responsable de “Mystic river”, adaptada por Clint Eastwood, y de “Shutter island”, dirigida por Martin Scorsese). ¿Los elegió usted?

—Yo llegué después de Dennis Lehane, que es un viejo amigo mío, y el productor David Simon trajo a Richard Price. También lo intentamos con Michael Connelly, pero su agenda no le permitió participar. Los escritores somos buenos guionistas, aunque también un poco testarudos. Había mucha competencia en aquella sala de guionistas. Todos queríamos escribir los mejores guiones y patearle el culo a los demás. Lo digo en el buen sentido.

—-Usted se encargó del capítulo de la tercera temporada en que muere el personaje de Stringer Bell, uno de los momentos más importantes de la serie. ¿Les costó tomar la decisión?

—A lo largo de toda la temporada sabíamos que terminaría así. Encajaba perfectamente con el tema de la reforma y despejaba el camino al personaje de Marlo, que representa el cambio. Tuvimos que despedir al actor, Idris Elba, y eso no fue nada fácil. Nos gustaba su personaje y su modo de actuar, pero sobre todo le queríamos y le respetábamos mucho como persona. Como se dice a menudo en la serie, fue “asunto de negocios”.

—¿Influyó de alguna manera el trabajo en “The Wire” en su libro “Drama city”, que casi parece una novelización de varios capítulos alternativos de la serie?

—Absolutamente. “Drama city” es casi una consecuencia directa de “The Wire”. La ayuda de la policía de Baltimore y Washington fue fundamental en la novela.

—¿Puede avanzar algo sobre la serie “The Pacific”, en la que trabaja actualmente?

—Es para Tom Hanks y Steven Spielberg, el mismo equipo que hizo Band of brothers, y se trata de una mini-serie para HBO. Como sugiere el título, se centra en los hechos acontecidos en el Océano Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial. Mi padre luchó allí como marine, así que me uní al equipo de guionistas para honrarle. Debería emitirse en 2010.

—Sus novelas recuerdan en ocasiones a Ed McBain, un clásico del género policiaco. ¿Le gusta su trabajo?

—Sí, por supuesto. Hemos perdido a tres gigantes recientemente: mi amigo Jim Crumley, Donald Westlake y Ed McBain. Coincidí con él hace unos años, en una serie de conferencias en las Islas Vírgenes, y fue un honor salir con él. Ninguno de ellos podrá ser reemplazado.

—Una última curiosidad: Su nombre aparece en los agradecimientos de la película “Dos tontos muy tontos”, de los hermanos Farrelly. ¿Por qué?

—Somos amigos. Mis libros aparecen de manera casual en la mayoría de sus películas. Creo que soy su amuleto de la buena suerte. Como los monos disecados que regalan en las ferias. Les gusta frotarme la cabeza antes de gritar: «¡Acción!»

viernes, 13 de marzo de 2009

Pensamiento del mes (marzo 2009)


He buscado tantas veces unas palabras que sinteticen la relación realidad y tiempo que he enmudecido. Pero ha sido él, Kaufmann, el señor Charlie Kaufman en una entrevista con la gente del Séptimo vicio quien ha dicho tanto con tan poco:

"El tiempo es una categoría subjetiva que no tiene cabida en nuestra mente objetiva."

El resto en la entrevista.

domingo, 8 de marzo de 2009

MOTION EMOTION


Ayer, después de unos premios valencianos (Premis Tirant) estuve cenando (y ‘copeando’) con algunos amigos que trabajan en el sector (de los blogueros, Adán Aliaga y Martín Román). Más allá de hablar sobre los premios, surgió algún que otro debate entorno al audiovisual de la terreta (Valencia). ¿Qué hacemos con él? ¿Lo matamos y volvemos a crearlo? ¿Lo dejamos como está? Adan entendía que hasta que un premio potente (unos cuantos Goyas, algún premio exterior reconocible) no caiga sobre el gremio valenciano esto le costará moverse (el ejemplo de ‘Solas’ y el cine andaluz siempre es recurrente).

Pero lo que realmente captó mi atención fue aquel comentario que salió de él y hablaba sobre las emociones. Motion emotion. Comentó algo así, que es lo primero que aprendió (digamos que yo desconocía el término pero reconocía el contenido) en el oficio: la cámara se mueve cuando las emociones afloran. Comentamos una anécdota muy curiosa que vivió in situ en el rodaje de ‘Once’, y recordé yo el final (y la película en general) ‘Wonderland’ de Michael Winterbottom. Rafa Montesinos comentó luego que en una conversación a dos siempre es más interesante lo que miran ellos, lo que capta su atención, el contraplano.

Así pasé la noche hasta que decidí retirarme pronto. La verdad que siempre es un placer compartir copas con estos tipos. Pero aquella frase me recordó al pensamiento de Godard que decía que un movimiento de travelling puede ser una cuestión moral.

¿Qué término, palabras, ideas del cine han despertado vuestra atención? ¿Por qué?