miércoles, 20 de agosto de 2008

Libro del mes – (Junio, Julio y Agosto 2008)


El arte del montaje. Una conversación entre Walter Murch y Michael Ondaatje

Habéis leído bien. Aunque estemos en agosto, os debía el libro desde junio. El trabajo acumulado me ha hecho imposible estar por aquí durante un tiempo. Espero, por lo menos, que la lectura os interese.

Fue mi amigo Carles Candela, quien me pasó el libro de entrevistas de Walter Murch. Conoce mi trabajo como guionista y sabe lo interesante que puede resultarme una conversación a dos entre un montador y un escritor. En ocasiones parece que el diálogo sea a tres, con el lector incluido, porque te conviertes en un oyente privilegiado en este tête à tête.

¿Ingredientes?

Ha mamado mucho cine, ha montado una de las películas más atrapantes de la historia del cine, “La conversación” de Coppola, y ha trabajado con directores de referencia (Coppola, Lucas o Mighella, siendo compañero de clase de los primeros).

Otro ingrediente fundamental: cuando habla de cómo concibe los guiones: “Cada etapa deja a la siguiente un residuo de problemas sin resolver, (...). Por ejemplo, en la fase del guión pueden surgir temas que hay que dejar sin decidir para que los actores tengan una fructífera ambigüedad en la que poder trabajar. Sería mortífero conseguir resolver todos los problemas en el guión –uno no quiere estar pidiendo ayuda a los dioses en cada momento- porque entonces todo lo que se hace posteriormente sería una ejecución mecánica de una forma previamente establecida.” Me recordaba tanto a las palabras de un amigo director que pedía siempre a los guionistas obras abiertas, que pudieran ser maleables en el rodaje.

La conversación entre escritor y montador es fundamental para entender parte de los mecanismos del montaje, pero es importante cuando nos muestra, de manera cercana, conexiones con la narración como es el punto de vista de la película, de los personajes.
Murch habla de dos formas, divergencia y convergencia. La primera sería cuando los personajes se presentan al principio, y se les da unas pautas al público sobre su situación (personal, profesional, relaciones, etc). Una vez el público tiene esto grabado, la película es libre para adoptar puntos de vistas diferentes. Pone como ejemplos “El padrino” o “Election”, a mi se me ocurre la serie “5 hermanos”, y seguro que vosotros estáis pensando en mil más. “El enfoque opuesto es el convergente: dos o tres historias que empiezan por separado y después confluyen. ‘El paciente inglés’ es un buen ejemplo”, remata Murch.

Pero me quedo con el Walter Murch pensador, que ha trabajado como traductor de poesía, alguien que se ha acercado al proceso creativo. Esta conversación con Ondaatje delata su fuente inagotable de talento.

“Ondaatje: hay una cita de Saul Bellow que dice: ‘Escribo para descubrir la próxima habitación de mi destino’. Visto así, creo que muchas novelas son autorretratos, autoexploraciones, aunque la historia esté ambientada en una situación extraña. Se puede uno probar este disfraz, o aquel disfraz.

Murch: Una vez preguntaron a W. H. Auden: ‘¿Es cierto que sólo se puede escribir lo que se sabe?’. Y él respondió: ‘Sí, es cierto, pero uno no sabe lo que sabe hasta que lo escribe.’ Escribir es un proceso de descubrimiento de algo que en realidad ya sabes. Uno no se puede limitar anticipadamente a lo que ya sabe, uno no sabe todo lo que sabe.”

1 comentario:

Martín dijo...

Qué acertada la última frase de Murch, creo que nos pasa a todos. Escribimos una historia y no sabemos por qué. En otros momentos son nuestros propios personajes quienes deciden lo que tienen que hacer, la escena fluye y parece que te estén dictando a la oreja la frase siguiente.

Creo que Unamuno ya planteaba algunas de estas cuestiones en su nivola "Niebla".