sábado, 24 de abril de 2010

TERAPIA DE GRUPO


Hola de nuevo. Este año se me están espaciando más las entradas. El trabajo (para variar) me tiene absorbido. Vamos a lo que íbamos.

Hace ya un tiempo, diría que casi 10 años, un grupo de intrépidos, entre los que se encontraban Pau Martínez, Nacho Sánchez y un servidor formamos un equipo de creadores. De nuestras teclas salieron 2 pelis, 2 series, 1 late show, algún corto y no sé que más. Por aquel entonces nos hacíamos llamar Cajón desastre. Con el tiempo esto derivó en una productora que aún sigue en funcionamiento aunque nuestro nivel de trabajo haya disminuido (de momento documentales y videoclips son nuestro fuerte).

Recordándolo ahora fueron unos años de fiebre creativa. Escritura compulsiva, ideas por doquier, mucho optimismo (demasiado), y desparpajo (el único fruto real que salió de aquello fue un guión ‘Dios no existe’ que recibió una ayuda a desarrollo).

Ahora volvamos a la actualidad. Hará unos cuantos meses otro grupo de intrépidos guionistas me mandaron un mail preguntándome (a mi y a muchos otros guionistas) por el nombre idóneo para ese embrollo de cabezas pensantes. Todos salían de una de las experiencias más interesantes de cúmulo de creativos que ha habido en Valencia (AutoIndefinits y sucedáneos), y querían seguir con esa energía generada. Ahora se hacen llamar Complot de guionistas.

No son los únicos. Hace ya un tiempo (una medida que me viene genial porque no recuerdo cuantos años son) también conocí a otro grupo que trabajaba en Valencia (y sigue trabajando) de la misma manera. Se hacen llamar La máquina de escribir, y hay que reconocerles el empeño y el mérito por seguir pariendo materiales.

Es decir, el guionista, ser solitario por antonomasia, busca compañeros de trabajo para disparar ideas, y eso genera confianza, agilidad mental y finalmente proyectos. Pero también, estas asociaciones pueden generar enfrentamientos creativos (los más complicados, por qué, ¿quién tiene la razón?), aislamiento y desapego de una realidad audiovisual de la que, lamentablemente, el guionista es una piecita más. Os sonará todo esto, ¿no?

En fin, creo que es muy importante juntar sinergias, crear espacios de trabajo, etc, pero sabiendo acotar nuestro terreno profesional. Creo que la idea de crear nuestras propias ‘terapias de grupo’ es muy buena (en mi caso siempre intento hacerlo pero para proyectos puntuales), pero teniendo un ojo en nuestra realidad audiovisual más cercana. Tal vez aún no ha llegado el momento en el que esos grupos creativos marquen las realidades del mercado audiovisual (sobre todo en la terreta). Pero tiempo al tiempo, tiempo al tiempo. Sigamos creando.

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